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viernes, 25 de febrero de 2022

TÍTULO: Locura

1965 palabras


   Oscura habitación, de caminos de negro puro, de baldosas de acero y paredes oscuras, sin luces ni ventanas, en perpetua calma. Así era la sala en la que aquel muchacho despertó, que aleteando sus pestañas, miraba la negra sala. Observando el único espejo, el único objeto de un color dorado, y poco a poco, tanteando el terreno, se acercaba.

  Ya mirando el espejo,  solo había unas negras alas, alas de color carbón, que florecían de entre la misteriosa espesura. El joven acercó una mano a su espalda, mientras la otra la mantenía apoyada en el marco del espejo, creyendo que él mismo era el poseedor de aquellas alas. Pero la imagen cambió, al notar un río de sangre fluyendo de una herida abierta, las alas comenzaron a sangrar. Riachuelos de color carmín brotaban del espejo y devoraban el suelo a su alrededor, hundiéndolo en un mar carmesí.

  Calma…, la calma lo despertó en una habitación  idéntica a su cuarto: la cama con sabanas azul cielo, la alfombra gris, el escritorio, la silla… todo era igual. Pero él sabía que las puertas de aquel lugar eran diferentes, una era la vida y la otra la muerte, y las dos  eran un infierno.

  Había soñado tantas veces con aquel cuarto, que ya se conocía desarrollo de memoria, sabía que había detrás de cada puerta y que le pasaba si  las cruzaba. Por ello, se acobijó entre las sabanas de la cama y espero tranquilamente. Pocos minutos después, de aquellas dos puertas empezaron a salir sombras, algunas le observaban, otras decidían volver  por donde vinieron, y unas pocas cruzaban la pared, como si hubiese una puerta que no se pudiera ver. Pero nadie lo atacaba, retenidos por una pared de cristal, las sombras se mantenían alejadas de su presa, por ahora.

 

  Una alarma lo sacó del sueño, indicando que ya era hora de prepararse para la escuela, llevándolo a levantarse de la cama. Miró a su alrededor, con el temor de seguir en aquella pesadilla, y como si sus perores miedos fueran ciertos, una sombra se desvaneció detrás suya, pero no la vio.

  Más calmado,  se dirigió hacia la cocina, donde ya  lo esperaba su madre, que  al  mirarlo,  no pudo evitar  que la preocupación se mostrara en su rostro,  preguntando:

-       ¿Has vuelto a soñar eso?

-       Sí- respondió él, con la mirada cansada.

-       Ah- suspira-, se nota- no quiso añadir nada más, su hijo odiaba el tema.

  El silencio invadió la sala, ninguno quería hablar, preocupados del continuo guion que se desarrollaba en los sueños del menor, dejando que el desayuno pasara. El día siguió su curso, las repetitivas clases, las mismas conversaciones y el mismo camino de ida y vuelta, pero había algo distinto. Entre todos los momentos repetitivos le parecía ver de vez en cuando una sombra, pero siempre desaparecía al girarse para comprobarlo.

 

   La noche se cierne cuando el joven entra en sus sueños, despertando en la misma oscura habitación. Sigue su habitual camino al espejo, cuando ve que esta vez el reflejo es otro cuarto, uno consumido por el tiempo y la vegetación, con las paredes carcomidas y la luna alumbrando el pequeño brote que nacía de los escombros que eran el techo. Su vista viaja hacia el brote, recordando los días que podía calmarse con solo la vista del cielo, mientras su cuerpo dejaba que el propio recuerdo lo llevara a tocar aquel reflejo, siendo consumido.

  Vuelve a la sala idéntica a su cuarto, pero nota el pequeño cambio que hay, ya no existe ninguna defensa. Las sombras aparecen sin más, deseosos de consumir a su presa, mientras esta se acurruca intentando esconderse de ellas. Sin embargo, no ocurre nada, todo a su alrededor se queda en silencio, pero él no se mueve, no quiere morir consumido, pero tampoco es que el miedo le deje.

 

  La alarma consigue acabar la pesadilla, evitando la muerte que se le venía encima. Mira a su alrededor, creyendo en la probabilidad de que el sueño continúe, encontrando la puerta del armario abierta y unas escaleras detrás de esta. El muchacho decide bajarlas, descubriendo al mismísimo vacío y unas escaleras increíblemente largas, sin fin. Pero con el transcurso del tiempo, consiguió llegar delante de dos puertas, de las cuales una seguía el camino de la escalera y la otra se desviaba a la derecha. Intento abrirlas, sin embargo, solo la segunda estaba abierta. Rebelando que  la escalera continuaba, decidiendo bajar, encontrando de nuevo dos puertas, acababa de entrar en un bucle.

  Mientras,  su madre, ya preocupada, entraba en su cuarto, encontrando a su hijo desmañado dentro del armario. La mujer, después de recuperarse del susto, cogió su móvil y llamo a una ambulancia, pero no esperó a que esta llegase para mover al menor y recostarlo en la cama. Poco después de la llegada de la ambulancia, revisaron la condición del joven,  pero, aun habiéndole hecho todas las pruebas posibles, no sabían que le pasaba, solo podían esperar a que este despertase.

 

  El joven decidió retroceder, veía imposible encontrar una salida. Sus pasos se volvían  ligeros a cada escalón que subía, dejándole ir cada vez más rápido, cruzando de nuevo el umbral del armario, donde todo seguía igual. Observando a su alrededor, decidió repetir su rutina, sus clases, sus conversaciones… sin darse cuenta de que estaba durmiendo.

  Despierta en su habitación, en la cama, con aquel espejo dorado delante, viendo esta vez en el reflejo a las sombras  intentando escapar de un cuarto de blanco puro. Cierra los ojos, desando que nada suceda, cuando del espejo empiezan a emerger sonidos de lamentos y gritos de terror. La locura devora el ambiente, dejando una habitación derruida, donde resuenan los ecos de las sombras y donde en las paredes bailan las pocas que han logrado escapar. El joven se mantiene con los ojos cerrados, sin querer ver lo que sucede a su alrededor, pero al notar un pequeño objeto en sus rodillas decide abrirlos, encontrando una pequeña sombra con una forma humanoide muy infantil. Bajó la guardia en aquel instante, con la creencia de que un ser así no podría hacerle nada, sin embargo,  la pequeña sombra devoro la parte izquierda de su torso, dejándolo en shock de lo rápido que había sido.

 

  Se despierta de golpe. El sentir el dolor de perder una parte de su cuerpo es demasiado para él, sentándose en la cama de un salto, con la respiración agitada y con el sudor recorriéndole la espalda. Recibe el abrazo de su madre. E l poder notar el calor de su cuerpo le hace calmarse, y así poder percatarse de que estaba intacto y del lugar donde se encontraba, una habitación blanca, con baldosas de un tono grisáceo.

 Acababa de despertar en la típica cama de hospital y con un monitor de signos vitales conectado a su brazo derecho, cuando un hombre vestido con  una bata blanca entro, un médico, pero lo que le llamo la atención de ese hombre era que tenía a esa pequeña  sombra en su hombro. El menor se asustó, intentando recular aun estando entre los brazos de su madre, acción que llamo la atención del doctor, que decidió pedirle a una enfermera en el pasillo que  llamara al  siquiatra.

 Con el siquiatra ya en la sala, empezaron:

-       ¿Por qué te asustaste, viste algo?- le pregunto.

-       …- no quería contestar, pero decidió hacerlo, aun si creían que estaba loco- una sombra- respondió con voz temerosa.

-       ¿Las de tus sueños?- cuestionó su madre, a lo que recibió un sí.

-       ¿Qué sueños?- pregunto ahora el siquiatra, a lo que el muchacho no respondió-. Bueno, no necesitas contestar si no quieres, así que pasemos a la siguiente pregunta.

  Poco a poco va respondiendo todas las preguntas que el doctor le hace, haciendo que este llegue a una conclusión:

-       Por lo que me estás diciendo, se puede deducir que estas empezando con un brote psicótico, por tanto le voy a recetar este antipsicótico- anuncia el siquiatra, escribiendo en un papel para luego entregárselo a su madre.

-       ¿Olanzapina?- pregunta ella,  más para confirmarlo que  otra cosa.

-       Correcto. Señora, no debe preocuparse por el futuro de su hijo, este medicamento le ayudara a vivir una vida normal- repitiendo, simplemente, la misma oración que  le decía a todos sus pacientes.

-       Bien…- parecía aceptar la situación en la que estaba, pero no quería.

-       Perfecto. Ahora, si no tiene ningún inconveniente, lo tendremos en observación durante unos días, y si todo va bien  le daremos el alta- enunció el  médico, que había quedado desplazado después de la llegada del siquiatra.

-       Bien…- respondió de nuevo ella, derrumbada por la noticia.

 

  Parecía que el tiempo se había detenido después de aquello, la vida seguía la misma rutina, aunque ahora el joven tenía que tomarse sus medicamentos cada día, aun si él sabía que no le hacían efecto alguno. Termino el desayuno, y se marchó, decidido a ir a clase, mientras pensaba  en ese día que despertó en el hospital. Le habían dicho que había estado dormido o, mejor dicho, en coma por alrededor de una semana, pero que no sabían ni la causa del desmayo ni por qué no despertaba, y tampoco es que quisiera saberlo.

  Ya llevaba la mitad del camino, cuando las sombras empezaron a surgir, lo perseguían y atormentaban, por ende, decidió ir más rápido, pero por culpa de esto no vio las escaleras que habían aparecido en el suelo, cayendo por ellas. Acaba de desmayarse de nuevo.

 

  El vacío lo dejaba todo en silencio, dejando entre ver como de malo sería seguir bajando, haciéndole subir el tramo de escaleras por el que se había caído. Lo que no esperaba era que al subir se encontraría con un mundo de caos, incendios asesinatos, robos y mucho más; pero también pudo encontrar unas pequeñas fluctuaciones, ocasionadas por las pastillas, que le permitieron entender que estaba en un sueño. Recordaba, que en todos sus sueños se despertaba  un tiempo después de haber visto el espejo, por ello, decidió ir a la escuela, donde posiblemente lo encontraría, pero grande fue su sorpresa al solo encontrar  otro bucle.

  Realmente, lo único que conocía de ese mundo era el como siempre se le escondían secretos, y, metido en un pasillo infinito lo único se le ocurrió fue probar suerte abriendo una puerta. Poca fue esta, porque al entrar solo estaba aquella sombra infantil, cerro inmediatamente, e intento con otra, encontrándose que había una ventana al fondo, y como no, estaba en el primer piso.

  Salió y corrió en dirección a su casa, el segundo lugar que se le vino a la mente, pero que no pudo encontrar. Siendo obligado a bajar aquellas escaleras para intentar salir. Pero las escaleras dieron un giro en medio de la oscuridad, dejándole caer a un simple espacio, donde comenzó a ver el espejo, y, en su reflejo, su hogar. La propia caída ya le obligaba a cruzar el espejo, pero lo que él no esperaba era el pasillo de suave suelo y paredes repletas de espejos.

  Los observó, cada uno le permitía observar un momento diferente, algunos de guerra, de hambruna, de una gran cosecha…; pero el ultimo espejo era la puerta de su cuarto, donde se veía la habitación derruida de uno de sus sueños, se permitió entrar en este. Donde, el pequeño brote había crecido hasta convertirse en un majestuoso roble. El propio árbol parecía tener una conexión con él, dándole recuerdos que le embriagaron, y que cuando estuvo en la habitación  idéntica a su cuarto, lo llevaron a cruzar la tercera puerta escondida en la pared.

 

Y consumido por la locura, el cuerpo muere y el alma es devorada, causando que la locura decida tratarla para ser su próximo títere en esta vida.

 

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