Antes de nada hay que saber que el lápiz no debe de sujetarse con fuerza, ni siquiera de forma firme, salvo en contados casos. Yo aconsejo que el lápiz esté muy suelto en la mano, para que no nos condicione la fuerza con la que lo sujetamos a la fuerza del trazo. Un trazo fuerte es tan raro como peculiar, pocos dibujos necesitan este grado de expresión en la línea, y por el contrario, la gran mayoría de los dibujos requieren un inicio suave y delicado. Es para estos inicios para los que aconsejo que el lápiz esté cogido con suavidad en la mano, como si lo acariciáramos. El lápiz es la prolongación de nuestra mano y generará líneas suaves con su propio peso.
El control de la línea se inicia con el control del lápiz en la mano.
POSICIÓN 1: Cuando cogemos el lápiz con los dedos pulgar e índice, teniendo éste algo más flexionado y colocado sobre el lápiz, podemos hacer unas líneas delicadas y controladas. Trabajaremos con la punta, ya que tenemos el lápiz a unos 45º respecto del papel. Es la posición ideal para las líneas de bocetos, de lápices duros (2H, H) en los inicios de nuestros dibujos o en las líneas finales que necesitan precisión o trazos fuertes para remarcar el volumen.
POSICIÓN 3: Aquí el dedo índice está completamente recto. Usamos esta posición para dibujos de pequeño formato y trazos anchos, ideal para hacer amplias masas de gris en una hoja A3 por ejemplo.
POSICIÓN 4: Sirve igual que en la anterior pero sujetamos el lápiz con la cara interna de los dedos. Es la manera natural de utilizar el carboncillo en dibujos grandes, pues permite amplios trazos y grandes movimientos del brazo.
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