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domingo, 21 de diciembre de 2014

LA ANATOMÍA COMO FUNDAMENTO

Pocas lecciones son tan magistrales como la de los huesos, ellos son los elementos de la naturaleza que la evolución y la función han modelado a lo largo de miles de años para un perfecto funcionamiento, que encima posean un carácter estético tan enriquecedor resultaba maravilloso. Un pequeño arco, un hueco, una concavidad o una superficie redondeada conlleva la intención de lo que realmente está hecho para un uso determinado… Una belleza inherente, tranquila y a su vez, apabullante.

En mi estudio—allá por los años 80— la mano izquierda posaba repetidas veces hasta convencerme de que ya no le quedaban posturas; un espejo me resolvió el problema de plasmar la mano derecha, pues estaba cansado de ver siempre el pulgar en el mismo lado. La incontenible armonía de los volúmenes de un cráneo humano, o los enlaces de líneas y curvas del fémur me hicieron comprender definitivamente a Henri Moore.

Combinar elementos como las arcadas, las columnas y los agujeros, con las curvas, líneas y concavidades de muchos huesos (humanos o no) es, al fin y al cabo pasearse por el mismo bosque: todos los árboles son diferentes, pero el conjunto de unidad resulta siempre espectacular.












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